sábado, 13 de enero de 2018

Raúl Berzosa: Iglesia, sociedad y comunidad política. Por Juan Antonio Irazabal

Berzosa, Raúl: Iglesia, sociedad y comunidad política. Entre la confesionalidad y el laicismo. Desclée de Brouwer, Bilbao, 2006. 189 páginas. Comentario realizado por Juan Antonio Irazabal.

El autor, Obispo Auxiliar de Oviedo, reelabora, actualiza y amplía aquí una obra suya sobre el mismo tema, publicada en 1997. Se trata del problema de la relación entre la sociedad y la religión católica. Los últimos acontecimientos han vuelto a ponerlo de actualidad.

La Constitución Pastoral Gaudium et Spes (GS) del Vaticano II, concretamente en su número 76, ofrece el núcleo del pensamiento católico actual en esta materia. Sin discusión, dicho número supuso un verdadero «giro copernicano». En efecto, anteriormente a él, la Iglesia se definía a sí misma como una «sociedad de desiguales» y, al mismo tiempo, «perfecta». Era también doctrina común (desde León XIII hasta Pío XII —siglo XIX y primera mitad del XX—) que, en un país católico, no debían permitirse otros cultos, mientras que, en países donde los católicos eran minoría debía reivindicarse, al menos, la igualdad de culto con otras religiones. Principios que se deducían de forma apriorística y se expresaban en un lenguaje escolástico. Pío XII empezó ya a prestar una mayor atención al desarrollo de la fenomenología social y Juan XXIII le añadió, además, un tono profético.

Tras una presentación de la prehistoria del histórico número 76 de GS, Mons. Berzosa ofrece lo esencial de su contenido dentro del marco Iglesia–Mundo: el principio de la mutua independencia y autonomía en la relación Iglesia–Comunidad Política, la aceptación de una sana laicidad del Estado, el abandono del supuesto «derecho de la verdad y los no derechos del error» y la afirmación de que el sujeto de la libertad religiosa no es la institución sino la persona. Las raíces de estos principios jurídicos se encuentran en el personalismo (el hombre como valor absoluto), la naturaleza social del hombre, la solidaridad y cooperación entre personas e instituciones, la subsidiariedad y la participación activa entre ambas instituciones.

A continuación, en la tercera y última parte de la obra, el autor presenta las claves de interpretación de las relaciones entre Iglesia, Sociedad y Comunidad Política en la España contemporánea.

Durante las dos Repúblicas se dio un «enfrentamiento entre Iglesia y Revolución» (H. Rager). Por aquellos años, «la Iglesia se encontró con la disyuntiva de verse perseguida y profanada o defendida y manipulada; y le sucedieron ambas cosas a la vez» (Álvarez Bolado). Luego se fue fraguando el nacional–catolicismo de la posguerra y el «catolicismo al modo español» calificado por diversos analistas como «insaciable, orgulloso e intolerante». Sin embargo, tras la firma del Concordato (1953), la Iglesia se irá distanciando del régimen franquista.

Entre las diversas opiniones acerca de aquellos años, Mons. Berzosa presenta la que parece generalmente admitida. Más tarde, el Vaticano II produjo el trauma «de la renovación, la perplejidad y el desconcierto» (Laboa). Nuestro episcopado fue reticente a admitir la libertad religiosa. Sin embargo, la Iglesia iba tomando conciencia de que ya no se relacionaba con el Estado como «sociedad perfecta», sino como instancia moral. Había que «tratar de que la Iglesia perdiese influencia política y ganase credibilidad religiosa» (Tarancón). Así, en lugar de un nuevo Concordato, en 1979 se firmaron Acuerdos.

Los primeros años del siglo XXI estamos asistiendo a un desencuentro entre Iglesia y sociedad. La capacidad de legislar se confunde con una fuente de ética social (matrimonio homosexual, clonación terapéutica…). La religión ya no aparece como el elemento integrador de cosmovisiones sociales. Y, al mismo tiempo, se da un regreso de lo religioso, marcado a veces por el fundamentalismo o el gnosticismo.

Y, en el horizonte, quedan pendientes un neolaicismo como forma de revancha histórica aplazada y ciertas pretensiones de adoctrinamiento moral desde el poder que anuncia, por ejemplo, el proyecto de «Educación para la ciudadanía».

Como puede apreciarse, esta obra, dentro de sus reducidas dimensiones, se presenta como una amplia síntesis en torno a los grandes documentos eclesiales (con particular atención a los aspectos jurídicos), y a los grandes hitos históricos de la Iglesia y de la comunidad política española. Ello, unido al generoso aparato crítico que la acompaña, la convierte en un vademécum práctico e indispensable para quien desee informarse sobre estos temas.

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