lunes, 26 de septiembre de 2016

Peter Sloterdijk: Los hijos terribles de la Edad Moderna. Por Eduard López

Sloterdijk, Peter: Los hijos terribles de la Edad Moderna. Sobre el experimento antigenealógico de la modernidad. Siruela, Madrid, 2015. 323 páginas. Traducción de Isidoro Reguera. Comentario realizado por Eduard López.

Après nous, le déluge. Así sentenció madame Pompadour en los tiempos decadentes del absolutismo francés, tan casposo como actual, aunque en otros términos. El filósofo alemán Peter Sloterdijk (Karlsruhe 1947) pone en cuestión las propuestas “sirénicas” de la sostenibilidad y del proyecto de futuro que proliferan hoy en día entre los diferentes estados. 
Esta obra, tan ardua como pertinente, procede del estudio de la historia y de las civilizaciones bajo tres categorías: pecado, genealogía y corrupción. En efecto, según el autor, sostiene cómo el peccatum originale o pecado hereditario (Erbsünde, en alemán), se ha recodificado en el vocablo “corrupción”. En el siglo XIX, con la emancipación del pecado original, se asiste a un proceso de secularización para hablar de algo tan antiguo como moderno: el pecado, ahora, como condicionamientos o esclavizaciones de la cultura, de las clases sociales o biológicas, que se van transmitiendo de generación en generación. Lo que está en juego es la libertad, el gran tema de la filosofía occidental y cómo esta se encuentra en una zona de riesgo o de peligro cuya quimera fue cantada por Rimbaud: “Il faut être absolument moderne”. En efecto, “estar a la moda” es la gran falacia que enmascara nuestras sociedades en detrimento de un proceso civilizatorio donde el progreso se rija por las costumbres. La moda conduce a la perdición de la condición humana. 
Finalmente, puede resultar un tanto original como blasfemo a los ojos del teólogo, el título dedicado a Jesús, “el bastardo de Dios” (pp. 187ss). Si en términos antiguos, del pecado hereditario el hombre se liberaba, el arrepentimiento y la construcción de la libertad mediante el aprendizaje son las vías resolutivas a la crisis corrupta que inunda la sociedad de la moda. Para algunos, “los hijos de Dios”, quienes se mueven en el terreno de la mística, revolucionan el mundo con la liberación antigenealógica, es decir, liberación de la corrupción. Para otros, será la pregunta, qué deseamos dejar a nuestros hijos, la que mueva la conciencia de continuidad y de duración.

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