viernes, 13 de mayo de 2016

Andrés Trapiello: Ayer no más. Por Miguel López Sánchez

Trapiello, Andrés: Ayer no más. Destino. Barcelona, 2012. 312 páginas. 
Trapiello, Andrés: Las armas y las letras. Literatura y Guerra Civil (1936-1939). Destino, Barcelona, 2010. 640 páginas.
Comentario realizado por Miguel López Sánchez.

Andrés Trapiello ha sido nombrado vocal de la Memoria Histórica del Ayuntamiento de Madrid. La prensa cita dos obras concretas del escritor en las que trata el tema: la novela Ayer no más y el ensayo Las armas y las letras

Ayer no más narra el encuentro casual de dos ancianos en la actualidad. Uno de ellos militante y combatiente falangista de apenas 19 años, en 1936, y el otro un niño de nueve que presencia el asesinato, a sangre fría y sin ningún motivo, de su padre por parte de un falangista del grupo en que se encontraba el joven, al que reconoce 75 años después. Es escalofriante ese momento de la novela. Se habían refugiado en una plaza bajo la misma marquesina. Tras un cordial breve cruce de palabras entre desconocidos, se produce el nuevo “disparo”, seco y directo: 
«-¿No me recuerdas? Pregunta uno. 
–No. No te recuerdo. 
-¿Tú mataste a mi padre?»
A partir del encuentro se intercalan los pensamientos cruzados de los ancianos. Las intenciones nada claras de algunos historiadores mediocres que intentan forjarse, deleznablemente, méritos académicos, y publicar como sea, a costa del hallazgo. Los esfuerzos del verdadero asesino, senador y personaje político de renombre; que intenta por todos los medios que su antiguo camarada no le delate aunque sea cargando con lo que, en verdad, no hizo. Pues el otro anciano le ha convertido en su alter ego. Una excelente novela que nos retrata.

Las armas y las letras es una exhaustiva enumeración, enciclopédica casi, de los avatares que vivieron un buen número de intelectuales de la época. Poco tiempo antes, durante y después de la guerra. Hay exiliados, fusilados, encarcelados y también encarceladores y fusiladores de los dos bandos. Reparte a todos. Están Lorca y Muñoz Seca. Miguel Hernández y Sánchez Mazas. Unamuno, por supuesto, y Giménez Caballero. Aleixandre y Pemán. Exhaustiva. Los que se situaron al margen en todo. Los que aceptando, en principio, la ideología de uno u otro, se autoexcluyeron después, vista la orgía de sangre. De estos últimos, Unamuno y Chaves Nogales, por ejemplo. Puede hacerse algo pesada si se intenta leer de un tirón, aviso; pero imprescindible para documentarse y conocer. Una gran obra. 

Ninguna les gustará a los atrincherados. Puede que los vencedores las acepten algo mejor, solo algo. No se limitan a señalar sus maldades, también las de los otros. No asumen igual el papel que, con toda razón la historia, la leyenda y la mayoría les han asignado, les guste o no. A unos de verdugos y malos, a otros de víctimas y buenos. Ese papel depende de lo que vino después, más que de la propia guerra. Es así, les guste o no. Pero claro, no les gusta que les digan lo que fueron de verdad, porque lo fueron. Verdugos, porque reprimieron, con la cárcel y la tortura, a todo un pueblo durante décadas para mantener su triunfo; sin pasar por taquilla. En el otro, porque victimas la mayor parte de las veces sí, pero de santitos nada de nada. Hace poco alguien me señaló por ponerme al margen y por encima del bien y del mal. Le contesté que quien era él para decírmelo: ¿de los que seguramente en aquellos momentos me hubiera ejecutado? ¿Una de las partes?



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