miércoles, 22 de abril de 2015

Gaël Giraud: La ilusión financiera. Por Raúl González Fabre

Giraud, Gaël: La ilusión financiera. Sal Terrae, Santander, 2013. Colección "Presencia Social" 37. 206 páginas. Traducción de Beatriz Muñoz Estrada-Maurin. Comentario realizado por Raúl González Fabre.

El libro de Gaël Giraud responde sucesivamente a tres grandes cuestiones: ¿cómo hemos llegado aquí? (la explicación de la crisis); ¿cómo salir del aprieto? (la alternativa propuesta); ¿qué es lo que falta? (cómo financiar esa alternativa). En cada una de esas grandes preguntas se nota una doble preocupación proveniente del humanismo cristiano: por la calidad de las relaciones personales y sociales resultantes; y por nuestra relación con el medio ambiente.

La primera cuestión requiere seleccionar y exponer los puntos significativos que van a ser unidos en la intepretación de Giraud. Esto lo hace con una peculiar pedagogía, sorprendente en un economista profesional. Lo que dice no sólo se entiende bien, sino que puede ser pensado con facilidad a partir de lógicas que nos son familiares a cualquier adulto. En el fondo de su análisis la crisis es vista como ética. Las diversas imprudencias derivan de formas en injusticia realizadas con dinero de otros, en que ganan quienes toman las decisiones con más poder e información y pierden los demás.

La ilusión financiera a que se refiere el título puede situarse aquí. Consiste en la financiarización de la vida económica, que la separa de la economía real en que se producen los bienes y servicios que satisfacen necesidades humanas. Ello da a los precios una volatilidad no generada en variaciones reales de las cantidades que se ofertan y se demandan. Las dinámicas económicas pasan así a depender más de las expectativas sobre el precio futuro de los diferentes valores que de la oferta y la demanda reales.

Este es un análisis posible de la crisis en que diferentes autores han ido convergiendo; lo más interesante del libro respecto a él es la pedagogía con que se presenta. Menos común es que, en su respuesta a la segunda pregunta, Giraud vincula la preocupación económica con la medioambiental. Esta última se expone brevemente, pero tampoco hay lugar a mucha duda respecto a que ya estamos consumiendo más de lo que la Tierra soporta, y eso que todavía queda la mitad de la Humanidad por llegar a los mínimos. La solución por excelencia propuesta para los problemas económicos (por ejemplo, para el desempleo) consiste en retomar la senda del crecimiento. Pero más crecimiento en bienes físicos de las poblaciones desarrolladas es justamente lo que el Planeta no puede permitirse.

La proposición de Giraud va en la dirección del greening de las economías europeas, transformar las diferentes operaciones de producción y consumo de manera que dejen una menor huella sobre la Tierra. Ello tendría dos ventajas importantes, además de la ecológica: por una parte, el proceso generaría una gran cantidad de puestos de trabajo; por otra parte, situaría a Europa en la vanguardia tecnológica de un campo por donde al final todos los países transitarán, si el Planeta va a seguir existiendo.

Lo más original de nuestro autor se encuentra sin embargo en su respuesta a la tercera pregunta: ¿cómo realizar este proceso? Usando el trabajo de Elinor Ostrom, Giraud propone que el dinero sea gestionado como un bien común con el que financiar el proceso de transformación ecológica de las economías a una tasa de interés razonable. El mismo carácter estructural de la transformación impide que sea financiada por un sector privado preso de la ilusión financiera, en los largos plazos y las bajas tasas necesarias.

Gaël Giraud, autor del libro
La exposición de estas propuestas, sobre todo en su parte financiera, es bastante menos pedagógica que el diagnóstico de la crisis. Parece más dirigida a economistas que al lector común, aunque también tiene sus momentos para este. Por otra parte, el libro refleja un poco demasiado no sólo las fuentes francesas y los debates actuales en Francia, sino también el mapa afectivo de los franceses hacia las naciones vecinas. Hubiera sido más pertinente una edición española que una traducción de la edición francesa al español.

Estos inconvenientes son en realidad marginales. Si uno no deja que la demasiada atención a esos árboles le impida ver el bosque, en la propuesta de Giraud encontrará elementos muy valiosos para resolver el rompecabezas económico planteado en Europa.


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