viernes, 17 de junio de 2016

Christian van Nispen Tot Sevenaer: Cristianos y musulmanes, ¿hermanos ante Dios? Por Jesús Sanjosé del Campo

Van Nispen Tot Sevenaer, Christian: Cristianos y musulmanes, ¿hermanos ante Dios? PPC, Madrid, 2009. 191 páginas. Traducción de Isabel González-Gallarza Granizo. Comentario realizado por Jesús Sanjosé del Campo.

Aunque el libro esté escrito y traducido con una gran pulcritud, el lector que se aventure a hacer una lectura reflexiva de su contenido se encontrará continuamente con esta pregunta: ¿cuál es más verdadera, la imagen del Islam agresivo que ponen delante de nosotros todos los días la prensa y los informativos de la TV o la versión matizada que va dibujando el autor a través de su escrito? Y es que no hay duda de que el Islam se ha convertido de un tiempo a esta parte en noticia diaria. Sea cual sea el medio de comunicación que consultemos, no sólo nos encontramos cotidianamente con asuntos tales como guerras, atentados suicidas o enfrentamientos con víctimas en otros países, sino que también se convierten en noticias determinadas prácticas islámicas en nuestra propia sociedad. De ahí que la imagen prevalente del Islam sea a menudo la de una amenaza en el seno de muchas sociedades. 

Frente a esta visión, lo que se nos presenta en la primera parte del libro es ante todo el testimonio personal de un jesuita, que siguiendo las indicaciones de sus superiores, comenzó a estudiar el Islam como un trabajo y que, con el paso del tiempo y el aumento de conocimiento, sin renunciar a un ápice de su propia creencia, lejos de tratar de convertir al otro, ha llegado a establecer un diálogo, no exento de dificultades y altibajos. No se trata de hacer un canto a contracorriente de las excelencias desconocidas que sólo un experto es capaz de encontrar; se trata de dar razón de que son posibles ámbitos de acción conjunta a pesar de las dificultades que hay que superar para poder construir un algo común.

La segunda parte del libro es eso precisamente: los pasos que hay que dar para llegar a generalizar un diálogo constructivo en las sociedades actuales. De ahí que partiendo de las grandes diferencias existentes en la base común –modo de leer e interpretar la Biblia, modo de entender el profetismo del Jesús, modo de interpretar la unicidad divina…–, se haga un recorrido por la historia de los encuentros y los desencuentros –cruzadas, tratos a cristianos en países islámicos y a islámicos en países cristianos…–, y se llegue a la actualidad en la que una parte importante del mundo occidental se ha dejado seducir por la teoría de Huntigton del enfrentamiento de civilizaciones como la forma más usual de interpretar la situación. Teniendo en cuenta que en nuestras sociedades esta teoría está funcionando como la autoprofecía que no puede menos de cumplirse, el interés del autor consiste en refutarla mediante el testimonio propio. La propia experiencia, convertida en testimonio, lleva al autor a marcar una serie de reglas para favorecer el diálogo, tales como libertad interior, conocimiento del otro, análisis del contexto cultural en el que se desarrolla, elección de interlocutores, aceptación de cuestionamientos… Diálogo que por ser interreligoso puede llevar a la oración al mismo Dios como lugar de encuentro… En palabras del autor, se trata de eliminar prejuicios mutuos, elaborados socialmente a lo largo de mucho tiempo, profundamente arraigados en el interior de muchos y alimentados en la actualidad por unos medios de comunicación potentes que sacan provecho del enfrentamiento.

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